El castillo de Monda constituye hoy uno de los mejores ejemplos de la edilicia almohade y nazarí en la provincia de Málaga. Levantado en el siglo XII y desmantelado a finales del siglo XV por orden de los Reyes Católicos tras concluir la guerra contra Granada. Situado entre los dominios meriníes y nazaríes durante el siglo XIII, quedó finalmente en la retaguardia de la frontera nazarí hasta caer en manos cristianas en 1485; siempre como vigía del camino que conectaba el litoral de Marbella con el interior montañoso de la sierra de las Nieves y las prósperas poblaciones del valle del Guadalhorce.
El propósito de los autores no es otro que dar a conocer la importancia patrimonial y científica de su arquitectura, en esencia, por conjugar obras vinculadas al aparato de época almohade y nazarí como pocas. Sus autores han sabido reflejar esa otra mirada que merecía el castillo, más allá del entramado de intereses y del uso irracional que se le ha venido dando al edificio años atrás. Como bien indica el título, sirve este libro para introducir al lector en el proceso histórico que ha rodeado al castillo, incorporando nuevos materiales y nuevas perspectivas de investigación, poniendo el foco en los datos que aportan las fuentes documentales y arqueológicas, pero también contando, en todo momento, con los testimonios orales y las vivencias de nuestros mayores, pues obviamente el castillo de Monda evoca en todo mondeño un profundo sentimiento de identidad cultural.
La visión ofrecida sobre la fortaleza se completa con otros capítulos dedicados a la cerca amurallada, la alquería y el arrabal, lugar donde hoy se asienta la actual población. Mención aparte merecen los asentamientos altomedievales del entorno que se dan a conocer por vez primera, entre los que destacan por su entidad los despoblados de la Torrecilla, Villares de Alpujata, Cerrito Poleo, Llanos del Concejo, Moratán, Arroyo de la Parra y Gaimón, entre otros muchos de menor importancia reflejados en cartografía. El último capítulo centra la atención en la vida de Rudolf Von Elsterman, propietario del castillo en los años setenta, así como en el proyecto de restauración de Francisco Prieto Moreno que nunca se ejecutó; lo cual nos hace reflexionar, con preocupación, sobre el papel de la arqueología de urgencia como medio para justificar y legitimar agresiones a los bienes culturales en aras de promocionar el desarrollo local, atraer al turismo e impulsar actividades de carácter cultural.